Desayunar despacio supone un ritual que de manera minuciosa hago cada mañana. Me gusta levantarme tempranito y mientras el resto de la familia duerme, hacer de manera sigilosa ese café que perfuma con su olor toda la casa. Bien es cierto que muchas veces el café ya está hecho y el micro ondas hace el resto. Aprovecho entonces el pan que sobro de ayer y pongo a prueba mi pituitaria con este indicio del chusco en la tostadora, roció de aceite y coloco todo sobre la mesa del mirador que domina el despertar de esta villa convertida en ciudad.
Con la misma mudez, recojo los trastos y finalizo el ritual de comenzar un día….Buenos Días Bilbao.
*No todos los días desayuno en casa….
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